Domingo 23 de junio del 2019, Solemnidad del Corpus Domini, en la iglesia de los Doce Apóstoles de la Domus Galilaeae en Korazím – Israel, donde tuvo lugar la celebración de la ordenación presbiteral del español Javier Martínez Alcalá, quien recibió su formación en el Seminario Redemptoris Mater de Galilea; la ordenación fue conferida por el Administrador Apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, S.E.R. Monseñor Pierbattista Pizzaballa.
En la ceremonia, preparada con gran estilo en los acogedores ambientes de la Domus Galilaeae, sobre el Monte de las Bienaventuranzas, estaban presentes el Vicario Patriarcal de Israel P. Hanna Kildani junto a numerosos presbíteros del Patriarcado Latino y párrocos de Galilea, religiosos y religiosas, los profesores y formadores del seminario Redemptoris Matery algunos jóvenes sacerdotes provenientes del mismo seminario que vinieron desde Jordania. Adicionalmente, participaron en la celebración un representativo grupo de invitados de España entre los cuales se encontraban los padres y familiares del nuevo sacerdote, numerosos hermanos y hermanas de su comunidad neocatecumenal y fieles provenientes del Camino Neocatecumenal de Galilea y España, a los cuales se agregaron otros grupos de amigos y fieles que, con su párroco, que acudieron para la ocasión desde la parroquia de Shefamer, donde el neo presbítero ha desarrollado su ministerio diaconal en este año. Finalmente, acudieron también fieles de las parroquias de Rafidia (Nablus) y de Eilat, donde Javier ha hecho un tiempo de experiencia pastoral.
Entre los momentos más conmovedores de la celebración, muy participada, en un clima de profunda conmoción y gratitud: La llamada del Obispo al joven, a la cual el candidato ha respondido con la expresión bíblica: «¡Heme aquí!»; el momento de la postración durante el canto de las Letanías de los Santos, cuando toda la comunidad cristiana, agradecida por la elección de Dios a un siervo en el presbiterado, pide solemnemente su bendición y protección en un momento de profunda unión con la Iglesia celestial; la imposición de las manos, culmen de la celebración; la unción, signo de la definitiva e indeleble consagración del presbítero al servicio de la Iglesia; en fin, el signo de la vestición de los hábitos sacerdotales, ayudado por su párroco, P. Eli Kurzum.
De grande relevancia teológica ha sido la homilía de Mons. Pizzaballa que partiendo del pasaje del Evangelio ofrecido por la liturgia propia de la fiesta del Corpus Domini, se ha concentrado en la multiplicación de los panes y los peces (Lc 9,12).
El primer punto del pasaje tomado en consideración ha sido el hambre de la gente que seguía a Jesús, quienes, como ha afirmado el Obispo, a pesar de ser probados por el calor, la sed y la larga permanencia en el desierto, traen «los diferentes tipos de “hambre” presentes hoy en el mundo, que intentamos satisfacer. Entre estos tipos, nos debemos preguntar, si sentimos la necesidad en nuestra vida de Jesucristo que es el único que puede llenar, en el profundo de nosotros mismos, cada exigencia, porque el único alimento que sacia es la Eucaristía, el alimento que llena cada vacío, toda necesidad».
El otro elemento subrayado por el Obispo en su meditación ha sido la pobreza, obstáculo para la extrema necesidad de la multitud que seguía a Jesús para satisfacer sus necesidades primarias; se trata de la precariedad de las condiciones en que se encontraban. Delante de esta necesidad, ha afirmado Mons. Pierbattista, «el remedio sugerido por los discípulos es muy simple: que cada una vaya a buscar por su cuenta la solución de los problemas. Jesús en cambio, responde al contrario: que la gente se quede y ese poco que hay sea dividido entre todos». Esta invitación es humanamente imposible de realizar, ha comentado el celebrante, pero Jesús la cumple haciendo el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, porque «en los momentos de necesidad, el compartir y la comunión son esenciales y son el fruto de la presencia concreta de Cristo. De hecho, Él nos ha donado Su vida para que también nosotros podamos a su vez donarla». De aquí la primera invitación al neo presbítero a ser «eucarístico», es decir, a darse totalmente en don a los demás en la alabanza a Dios: «Para cumplir este milagro no es necesaria alguna riqueza material ni ninguna presunción personal: es necesaria la comunión, el compartir con los demás nuestra vida en la que resplandece la vida misma de Dios».
En el último punto de la homilía, Mons. Pizzaballa ha evidenciado la necesidad de dividir la multitud anónima que estaba delante de Jesús «en pequeños grupos: no se trata ya de una multitud anónima, sino de pequeñas comunidades, bien definidas y reconocibles, donde sea más fácil el compartir y la reciprocidad». Sobre esta necesidad el prelado ha dicho: «Yo diría que ésta es una indicación importante: nos dice que la Eucaristía es el centro de la comunidad, pero también que la Eucaristía da forma a la comunidad. Sin Eucaristía no hay comunidad». «Uno de los problemas de nuestra Iglesia de hoy – ha concluido Mons. Pizzaballa – es precisamente el anonimato de nuestras comunidades, que se asemejan más a la multitud que a los grupos de cincuenta establecidos por Jesús en nuestro pasaje. No se conoce unos a otros y, por ello, tampoco se puede compartir la vida».
Al final de la celebración, Mons. Pierbattista ha permitido al presbítero griego-ortodoxo Ihab (Atallah) Makhouli dar sus felicitaciones al nuevo presbítero. P. Ihab es el párroco de la parroquia de S. Jorge en Kufar Yasif, donde Javier ha hecho su itinerario neocatecumenal durante estos años, con una comunidad de esta parroquia. El párroco ortodoxo expresó con entusiasmo la presencia y la actividad de Javier en su parroquia, indicando en la obra desarrollada por el Camino Neocatecumenal «un verdadero ecumenismo actuado concretamente en la catequesis dada a la gente». Luego ha manifestado su gratitud a Dio por la ordenación del candidato, cantando al final de su discurso el característico canto oriental «axios, axios, axios» («digno, digno, digno»).
Antes de la bendición final, Mons. Pizzaballa ha dirigido su particular agradecimiento a los formadores del seminario Redemptoris Materde Galilea por su labor de formación, despidiéndose, con afecto, de los familiares del nuevo sacerdote.
Como en otras celebraciones, la alegría y la participación de todos los hermanos se ha expresado, al finalizar la celebración eucarística, con un rico ágape, preparado gracias a la contribución de todos los presentes, y con cantos alegres interpretados por los presentes.
Augusta Fiore